viernes, 18 de febrero de 2011

CAPÍTULO V - LA PRIMERA TELEVISIÓN


Cuando el médico aconsejó que debía de hacer reposo mis padres se preguntaron: ¿como conseguir que una de las líderes de la calle de 4 años, que corría como un galgo sin parar en todo el día se pudiera estar quieta descansando? pronto llegó la solución ¡compremos una televisión! dijo mi padre ¿pero sabes lo caras que son? no nos lo podemos permitir (replicó mi madre), mi padre no conforme con la réplica  encontró la solución, ¡iremos a Samper! (Samper era la tienda de barrio donde se vendía de todo y los vecinos pagaban en pequeños plazos todo aquello que de otra forma habría sido imposible de conseguir) la tienda estaba situada al final de la calle en la plaza, haciendo esquina, con una luz tenue que la convertía en una tienda sombría, mi padre se apresuro a visitarla y no tardó en aparecer cargado con la televisión, con una satisfacción tan grande que emanaba su felicidad por donde pasaba, ¡por fin podría conseguir que su niña se recuperase!. Aquella televisión en blanco y negro supuso todo un cambio en nuestra vida ya que además de conseguir su objetivo, se convirtió en toda una expectación por parte de los vecinos que al enterarse de la compra exclamaron ¡el pintor ha comprado una televisión!  y uno tras otro fueron pasando para comprobar con sus ojos que aquella caja cuadrada con pantalla de cristal les permitía ver cosas que hasta ese día nunca pudieron imaginar, había películas y noticias, algo que anteriormente tan solo podía llegar a ellos por medio de la radio, aquello nos convirtió en el centro de atención de toda la calle y en la noche, al terminar de trabajar, sacábamos la televisión en una mesa con ruedas a la entrada de la casa donde nos esperaban todos los vecinos, que preparados con sus sillas esperaban ansiosos por descubrir con sus propios ojos ese gran invento que había llegado "LA TELEVISIÓN"

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