Cuando el médico aconsejó que debía de hacer reposo mis padres se preguntaron:
¿como conseguir que una de las líderes de la calle de 4 años, que corría como
un galgo sin parar en todo el día se pudiera estar quieta descansando? pronto
llegó la solución ¡compremos una televisión! dijo mi padre ¿pero sabes lo caras
que son? no nos lo podemos permitir (replicó mi madre), mi padre no conforme
con la réplica encontró la solución, ¡iremos a Samper! (Samper era la
tienda de barrio donde se vendía de todo y los vecinos pagaban en pequeños
plazos todo aquello que de otra forma habría sido imposible de conseguir) la
tienda estaba situada al final de la calle en la plaza, haciendo esquina, con
una luz tenue que la convertía en una tienda sombría, mi padre se apresuro a
visitarla y no tardó en aparecer cargado con la televisión, con una satisfacción
tan grande que emanaba su felicidad por donde pasaba, ¡por fin podría conseguir
que su niña se recuperase!. Aquella televisión en blanco y negro supuso todo un
cambio en nuestra vida ya que además de conseguir su objetivo, se convirtió en
toda una expectación por parte de los vecinos que al enterarse de la compra
exclamaron ¡el pintor ha comprado una televisión! y uno tras otro fueron
pasando para comprobar con sus ojos que aquella caja cuadrada con pantalla de
cristal les permitía ver cosas que hasta ese día nunca pudieron imaginar, había
películas y noticias, algo que anteriormente tan solo podía llegar a ellos por
medio de la radio, aquello nos convirtió en el centro de atención de toda la
calle y en la noche, al terminar de trabajar, sacábamos la televisión en una
mesa con ruedas a la entrada de la casa donde nos esperaban todos los vecinos,
que preparados con sus sillas esperaban ansiosos por descubrir con sus propios
ojos ese gran invento que había llegado "LA TELEVISIÓN"
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